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lunes, 16 de noviembre de 2015

Sobre lo ocurrido en París.

Empezamos la semana de una forma muy trágica. Los terribles atentados de París han dejado consternado a medio mundo. Más de 100 muertos en una sola noche, varias bombas, tiroteos, rehenes, heridos... Sangre.
Con estas muertes, como con cada muerte perpetrada por el "Estado" Anti-Islámico, no podemos más que llorar y pedir paz.

Pero, ¿qué hay más allá de estas muertes?  
Mi sincera opinión: nuestras manos también están manchadas de sangre desde el momento en que vendemos armas a los países para hacer la guerra. Nuestra hipocresía nos delata cuando nos ponemos la bandera francesa y no la libanesa, egipcia, iraquí o siria, o muchas otras. Nuestro racismo sale a la luz cuando recriminamos a los árabes y a los musulmanes por los atentados de un grupo terrorista. Y, sobre todo, nuestra humanidad se apaga cuando cerramos las puertas y construimos más muros a las primeras víctimas de estos terroristas, los primeros que huyen de ese terror, con el cual convivían cada día, lo tenían a la puerta de sus casa, en sus calles... Cuando negamos la entrada a todos esos refugiados, les estamos negando la dignidad.

Que las penas más grandes caigan sobre los que siembran terror.
Que el mayor apoyo se ceda a quienes más lo han sufrido. Y, aunque hemos perdido muchísimo, está más que claro que no somos quienes más han perdido...

domingo, 21 de junio de 2015

Matrimonios temporales

El concepto de matrimonio temporal es algo casi desconocido en los países occidentales. Los musulmanes sunníes lo habían rechazado pero en las últimas décadas, los matrimonios misyar se han extendido, especialmente entre países del Golfo o Arabia Saudí. El  fin de estos matrimonios es proporcionar una cobertura religiosa de la prostitución. Estos matrimonios permiten además obtener visados de entrada en países, lo que facilita el tráfico de personas, además de fomentar el turismo sexual árabe.



En los matrimonios misyar (المسيار significa visita), la mujer renuncia a derechos reconocidos por el islam como el derecho al domicilio conyugal o a la manutención financiera por parte del marido. En una fatwa de abril de 2006, el Instituto de derecho islámico de La Meca autorizó que la mujer renunciara al domicilio conyugal, la manutención y a la parte que le correspondería de vida en común con el marido y admite que este la visite a su conveniencia. Los mismos autores de esta fatwa declararon prohibidos los matrimonios en los que el marido anula el matrimonio si la mujer se queda embarazada, alegando que los matrimonios comportarían un elemento de matrimonio de placer y estos están totalmente prohibidos. En esencia, la pareja sigue viviendo por separado el uno del otro, como antes de su contrato, y se ven para satisfacer sus necesidades de forma permisible (halal) de la manera que les plazca. Los hombres árabes ricos a veces entran en un matrimonio misyar durante las vacaciones, con el fin de tener relaciones sexuales con otra mujer sin cometer el pecado de zina o fornicación. 


Los defensores de este tipo de matrimonios alegan que responden a necesidad de algunas mujeres que tienen pocas oportunidades de casarse, como las mujeres demasiado mayores, las viudas o las divorciadas. Sin embargo, está demostrado que gran parte de las mujeres que aceptan estos matrimonios suelen ser mujeres de poco nivel adquisitivo y clases bajas.
El renombrado ulema egipcio Yusuf Al-Qaradawi es uno de los defensores de los matrimonios temporales. Sin embargo, otros eruditos islámicos como Ibn Uthaimeen o Al-Albani, por su parte, creen que el matrimonio misyar puede ser legal, pero no moral. Para Al-Albani, el matrimonio misyar incluso puede ser considerado ilegal, porque va en contra de los objetivos y el espíritu de matrimonio en el islam tal y como se describe en el Corán.

A los matrimonios misyar también se les conoce como matrimonios ‘urfi (عرفي), que significa acto habitual, es aceptable para la gente común por ser una tradición sin requerir de ningún sustento científico o sharia. ‘Urf significa costumbre, deriva de la raíz que indica conocimiento. El término árabe normalmente se refiere a prácticas diarias conocidas por determinados grupos sociales y denota una costumbre práctica y verbal.

En un contexto moderno, este término se utiliza para denominar a los actos que son diferentes a las ceremonias oficiales del Estado. En países como Egipto, el nikah ‘urfi consiste en un matrimonio que se lleva a cabo por un clérigo e, incluso, con un representante del Estado como testigo pero sin la aprobación pública de la novia y/o de sus tutores, es decir, el acontecimiento de la boda no se hace público y no es oficial. 
En el pasado, estos matrimonios ‘urfi los llevaban a cabo las mujeres viudas de soldados que no querían perder sus pensiones de viudedad al volver a casarse. 




Actualmente la mayoría de matrimonios ‘urfi los realizan las parejas jóvenes que no pueden pagarse un matrimonio común porque carecen de medios económicos. Sin embargo, estos matrimonios dejan en clara desventaja legal a las mujeres debido a que, al ser matrimonios ilegales, si el hombre decide dejar a la mujer para casarse con otra y no le concede el divorcio, la mujer no tiene derecho legal a pedir el divorcio. Por lo tanto el marido podría volver a casarse pero ella, en el caso de casarse de nuevo, podría ser acusada de poliandria e ir a la cárcel. 
En el año 2000 se promulgó una ley en Egipto en la cual se reconoce el derecho de las mujeres para pedir el divorcio en este tipo de matrimonios, sin embargo se les niega la pensión y manutención de los hijos, en el caso de haberlos.  

Existe una forma paralela del matrimonio ‘urfi, el llamado zawag al-‘urfi y es una manera halal de ejercer la prostitución. Estos matrimonios se llevan a cabo en secreto sin testigos. La mayoría de los estudiosos islámicos de Egipto condenan este uso del matrimonio.

martes, 2 de junio de 2015

Divorcio en el islam

El divorcio (طلاق, talaaq), este se considera un derecho en el islam. El esquema de talaaq significa “ser liberado de una obligación”. Un sinónimo de talaaq es إنفصال (infisal), que significa literalmente “separación”. En la legislación del islam shií, el divorcio está permitido bajo las condiciones de talaaq al-sunna, pero no bajo las condiciones más innovadores del talaaq al-bid’a, aceptado por algunos suníes.

“Of all the things permitted by law, the most hateful in the sight of Allah is divorce”.
Hadiz, Sunnan 13.3, Abu Duwad.


El proceso de divorcio comienza con la repetición de la declaración de repudio por parte del marido, que debe decir tres veces a su mujer “te divorcio”. Si, por lo que sea, la declaración se produce por un hombre bajo estado de intoxicación o de gran enfado, esta será inválida. Si el divorcio se produce en un matrimonio no consumado, la mujer puede quedarse con la dote. La declaración de repudio no se puede llevar a cabo cuando la mujer está menstruando. Si la mujer está embarazada, el divorcio no se puede realizar hasta que el hijo nazca.



Divorce is twice. Then, either keep [her] in an acceptable manner or release [her] with good treatment. And it is not lawful for you to take anything of what you have given them unless both fear that they will not be able to keep [within] the limits of Allah. But if you fear that they will not keep [within] the limits of Allah, then there is no blame upon either of them concerning that by which she ransoms herself. These are the limits of Allah, so do not transgress them. And whoever transgresses the limits of Allah - it is those who are the wrongdoers”.
Corán, 2:229.


Se permite un máximo de tres divorcios en cada pareja casada. Entre un divorcio y una reconciliación y posterior boda debe pasar un mes como mínimo, lo que se conoce como tiempo de espera o iddah (العدة). Este periodo de iddah debe respetarse siempre tras un divorcio o la defunción del marido para poder volver a casarse. Entre el segundo casamiento previo divorcio y el tercero, la mujer debe casarse con un hombre diferente, no están permitidas tres bodas seguidas entre los mismos consortes. Una norma importante a tener en cuenta es que el divorcio no se puede llevar a cabo durante los días del mes en los cuales la mujer está menstruando. Si llegara a ocurrir un tercer divorcio, el fiqh no permitiría una boda más entre la pareja, lo llamado nikah halala.



Las mujeres musulmanas, en su papel como esposas, tienen derecho a vivir con su marido en la misma vivienda. El marido debe sufragarle todos sus gastos necesarios durante la vida matrimonial y, en caso de divorcio, durante el tiempo de espera. La mujer tiene derecho, si se encarga de criar a los niños, a una parte proporcional de las ganancias del padre. 


La esposa puede pedir la disolución del matrimonio de su marido, por mutuo consentimiento. También puede pedir el divorcio ante el juez por razones legales, en el marco de la ley islámica. La esposa hereda de su marido igual que hereda de sus padres, hijos y parientes. La esposa merece estas retribuciones sea cual sea su situación económica y sus bienes particulares.

Se acercó una muchacha al Profeta y le contó que fue obligada por su padre a casarse. El Profeta le dio libertad para seguir casada o disolver el matrimonio.”
Hadiz de Ahmad y Abu Dawud. 




Respecto al divorcio, lo que para los hombres es el talaaq, para las mujeres existe la khula (خلع). Esto significa que las mujeres pueden separarse de los hombres mediante un pago que les hacen, que puede ser el  pago de la dote que le fue dada cuando se casaron. 

En un aspecto moral se dice que la khula debe utilizarse, al igual que el divorcio, como último recurso en un matrimonio y nunca para complacer deseos carnales de los miembros del matrimonio.  


El caso más famoso de khula en la historia del islam es el de una de las esposas de Thabit ibn Qais. Este tenía dos esposas y una de ellas, Jamilah bint Abdullah ibn Ubayy, no estaba contenta con su marido y pidió al profeta Muhammad que le permitiera la khula para separarse de su marido. Ella alegaba que no se trataba de la fe o la moral de su marido, sino que era su aspecto físico lo que la hacía no querer permanecer casada. Muhammad le dijo: “¿Le devolverás el jardín que te dio?” (El jardín fue la dote que Thabit le dio a Jamilah). Ella accedió y Muhammad ordenó a Thabit aceptar de nuevo su jardín y el divorció de Jamilah.



Si una mujer hace una demanda de khula y el marido la rechaza, es deber del juez el decirle al marido que acepte la petición de su mujer y la deje ir. El tiempo de espera tras un divorcio o iddah es de un mes o un ciclo menstrual para asegurar que la mujer no está embarazada. En el caso del talaaq, sin embargo, el tiempo de iddah es de tres meses. 
Si la pareja rompe el iddah por mantener relaciones sexuales, el divorcio, ya sea talaaq o khula, queda anulado porque se considera que la pareja se ha reconciliado.

“And those who no longer expect menstruation among your women - if you doubt, then their period is three months, and [also for] those who have not menstruated. And for those who are pregnant, their term is until they give birth. And whoever fears Allah - He will make for him of his matter ease.”
Corán, 65:4.

Después del divorcio, el marido es responsable de la educación y manutención de los hijos. Los niños viven con la madre durante siete años. Después de siete años, los niños tienen derecho a vivir con el padre o la madre, ya que ellos deciden. 


martes, 3 de febrero de 2015

Posibilidades de turismo en las regiones árabes

Mi artículo publicado en la revista ATALAYAR sobre la mesa redonda organizada por Casa Árabe en Fitur para tratar las políticas de desarrollo turístico en Oriente Medio. (Enlace aquí)



En el marco de Fitur, la Feria Internacional de Turismo celebrada en Madrid, Casa Árabe celebró el pasado jueves 29 de enero una mesa redonda sobre estrategias y políticas para el desarrollo del turismo en el norte de África y Oriente Medio. El turismo en estas zonas ha crecido un 3% en el pasado año. Sobre todo se ha visto un notable crecimiento constante en los países del área del golfo Pérsico. En esta charla se hablaba de la importancia de generar recursos y dar más protagonismo a las dimensiones artísticas y culturales de los diferentes países. Contamos con presencias tan destacables como el Director General de Casa Árabe, Eduardo López Busquets, el Secretario General de la Organización Mundial de Turismo Taleb Rifai, el Secretario General de Asuntos Exteriores de España, Ignacio Ybáñez Rubio y Amr Abdel-Ghaffar, Director General de Oriente Medio de la Organización Mundial de Turismo.
Visión desde España
El secretario español mencionaba la importancia del área mediterránea para el turismo. El Gobierno de España marca como pilares fundamentales para un mejor desarrollo turístico el crecimiento inclusivo, la creación de empleo y los retos medioambientales y energéticos. Ve necesaria la revisión de la política de vecindad entre los países y un mejor entendimiento entre pueblos para un buen desarrollo de la paz.
Perspectiva del turismo en los países árabes
En materia de Oriente Medio y el norte de África, Taleb Rifai hablaba de un periodo de transición en el cual se están viendo inmersos los países. Sin  embargo, el turismo se ha cuadruplicado en los últimos años.
En la mesa de debate contamos con la presencia de los ministros de turismo de varios países. Lahcen Hadad, Ministro de Turismo de Marruecos, hace un balance muy positivo del pasado año, con un aumento del 5% con respecto a 2012. Este crecimiento está muy ligado a la Unión Europa, especialmente a Francia. Resalta la importancia del crecimiento de toda la región para el beneficio de todos los países del Magreb. Respecto a Túnez, tiene capacidad para distinguirse como destino turístico. Wahida Jaiet hablaba de una pérdida de entre el 40 y el 80% del turismo en 2011 pero se mostraba positiva para la recuperación del sector. Michel Pharaon, ministro de turismo libanés, hizo una especial mención a la geopolítica, factor clave para su país, pero desde su gabinete tienen como objetivo el garantizar la seguridad y la estabilidad para los turistas. También han notado un descenso del sector turístico pero destaca la amplia variedad de posibilidades de su país, desde turismo religioso, rural o turismo dirigido a libaneses que viven en el extranjero. Con respecto al turismo religioso, desde Jordania, Abdelrazzaq Arabiyat presentaba un plan de trabajo conjunto con Palestina para la visita de 35 enclaves cristianos en ambos países. En Jordania se ha incrementado el número de turistas en un 6,3%. Se trabaja para llevar a cabo un incremento presupuestario que llevará a la consecución de firmas con compañías aéreas low cost para crear itinerarios de vuelo. En Palestina, y a pesar de no disponer de líneas aéreas que lleguen al territorio en sí, hay cifras constantes de millones de turistas. A pesar de que la ocupación repercute en el turismo, en 2012 consiguieron un 25% más de crecimiento del turismo. La ministra de turismo palestina Rula Ma’ayah hablaba de unas listas de espera de hasta el 200% en el sector privado. Además nos anunciaba la celebración de un congreso sobre turismo religioso que se llevara a cabo en Palestina el próximo verano. En Iraq podemos visitar monumentos históricos señalados dentro de la lista de la UNESCO, según nos decía su ministro de Turismo y Antigüedades Adil Fahad Shrshab. Apuestan por el desarrollo sostenible, las manualidades y la artesanía para mejorar el sector en el país. Por último, Maitha Al Mahrouqi, vicesecretaria del ministerio de turismo de Omán, fue la gran sorpresa hablando del aumento del 30% en el sector turístico de su país. El 42% del mercado lo encontraban en la región del Golfo, por lo que están trabajando por abrirse a nuevos mercados y mejorar así los lazos de comunicación con otros países. Llevaron a cabo una importante iniciativa junto a Dubai, la del visado conjunto, y ahora también lo están realizando con Catar. Maitha pide para su país un turismo responsable. 

martes, 23 de diciembre de 2014

Primavera árabe: esperanzas frustradas

Hace cuatro años la población tunecina protagonizó una revolución popular en el curso de la cual el presidente Ben Ali fue derrocado. Este acontecimiento inesperado tuvo efectos inmediatos en una parte significativa del mundo árabe, donde se registraron diversas réplicas en forma de movilizaciones antiautoritarias. En algunos casos se registraron tímidos procesos de apertura democrática, pero en otros se asistió a una peligrosa espiral de violencia que todavía no ha tocado fondo.
Transcurrido un tiempo razonable disponemos de la suficiente perspectiva para concluir que las expectativas que generó la primavera árabe se han visto defraudadas. Si bien es cierto que algunos países han emprendido una relativamente exitosa transición del autoritarismo hacia la democracia, como es el caso de Túnez (donde se ha registrado una transferencia pacífica de poder), lo cierto es que la trayectoria del resto es cuanto menos preocupante.
Algunos han optado por una vuelta de tuerca autoritaria (como en Egipto, donde un golpe militar desalojó a los Hermanos Musulmanes del poder) y otros están inmersos en conflictos por la repartición del poder ante la descomposición estatal (como Libia o Yemen) o, peor aún, se han enzarzado en guerras civiles con tintes sectarios (casos de Irak en el pasado y de Siria en la actualidad).


En estos últimos casos, ya no se cumple la máxima weberiana de que el Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la violencia, puesto que un amplio abanico de actores no estatales se lo disputan (milicias armadas y grupos yihadistas como el Estado Islámico, el Frente Al Nusra, Ansar Al Sharía, Ansar Bait Al Maqdis, todos ellos en la órbita de Al Qaeda). Por tanto, hemos pasado de lo malo conocido (los regímenes autoritarios) a lo peor por conocer (grupúsculos yihadistas que pretenden redibujar las fronteras regionales y reinstaurar un califato islámico por la fuerza de las armas).
Una de las claves para entender el meteórico ascenso de dichos grupos es la exacerbación de las tensiones sectarias en Oriente Medio, resultado directo de la lucha por la supremacía regional que libran entre bastidores Arabia Saudí e Irán, una guerra fría que ha contaminado a Siria, Irak, Baréin y Yemen (todos ellos con importantes concentraciones de población chií). El hecho de que sean precisamente Arabia Saudí e Irán quienes pretendan convertirse en referentes para los países de la región debería encender todas las alarmas, ya que son dos teocracias que violan sistemáticamente los derechos humanos más elementales y persiguen las libertades públicas, donde la igualdad de género es una quimera y donde todo aquel que eleva la voz o disiente es perseguido de manera brutal.
La primavera árabe fue una reacción popular ante los reiterados abusos de los regímenes autoritarios. A pesar de las diferencias existentes entre los países árabes, la mayoría de ellos se caracterizan por un déficit de libertades (expresión, reunión o asociación), una sistemática violación de los derechos humanos (falta de rendición de cuentas e impunidad), una legislación restrictiva (que impide o dificulta la formación de asociaciones y partidos políticos), una patente desigualdad de género (fruto del contexto religioso, pero también de los valores patriarcales imperantes) y leyes de emergencia o antiterroristas establecidas con el pretexto de combatir las amenazas externas (casos de Egipto, Argelia, Siria y Arabia Saudí).

Cuatro años después de la primavera árabe no existen demasiadas razones para el optimismo. En Egipto se ha experimentado un retroceso generalizado de las libertades desde la llegada a la presidencia de Al Sisi. En primer lugar, los Hermanos Musulmanes, la formación que se impuso en las elecciones legislativas de 2011 y presidenciales de 2012, han sido desalojados del poder e ilegalizados bajo la acusación de haberse convertido en un grupo terrorista, equiparándole, nada más y nada menos, con Al Qaeda. Veinte mil de sus simpatizantes y dirigentes han sido encarcelados y varios cientos de ellos ya han sido condenados a muerte, entre ellos sus máximos responsables. En segundo lugar, se ha aprobado una Ley Antiprotestas para impedir que vuelvan a repetirse las multitudinarias manifestaciones de la plaza de Tahrir y 23 activistas, entre ellos conocidos blogueros y activistas del Movimiento de Jóvenes 6 de Abril, han sido condenados a elevadas penas de
prisión por cuestionarla. Por último, el Ministerio de Asuntos Sociales y Justicia ha dado un ultimátum a todas las asociaciones a que se registren conforme a la muy restrictiva Ley de 84/2002, que permite a las autoridades disolver las asociaciones, bloquear sus fondos e, incluso, encarcelar a sus responsables si representan una amenaza para la seguridad nacional.



En el caso de Siria e Irak nos encontramos con dos regímenes sectarios que tratan de instrumentalizar la heterogeneidad religiosa en su propio beneficio. El conflicto civil que sufren ambos países ha provocado que diferentes grupos no estatales disputen al poder central el monopolio del uso legítimo de la violencia. Milicias armadas y grupos yihadistas se han apoderado de partes significativas del territorio, lo que en algunas zonas implica la imposición de una retrógrada interpretación de la ley islámica o sharía y, en ocasiones, la persecución de las minorías religiosas. Cinco millones de iraquíes se vieron obligados a abandonar sus hogares en la pasada década como consecuencia de la guerra sectaria librada entre diferentes milicias armadas sunníes y chiíes. Esta cifra se ha superado ampliamente en Siria, donde nueve millones de personas, casi la mitad de la población, se han convertido en refugiados o desplazados internos. 
En Irak, los secuestros, extorsiones y ejecuciones por parte de las milicias armadas, que muchas veces actúan en convivencia con el poder central, son el pan de cada día. 
En Siria, el régimen y algunas milicias armadas practican a diario crímenes de guerra y de lesa humanidad y la guerra ya ha costado la vida a 225.000 personas.
La irrupción del Estado Islámico (Daesh) supone un nuevo factor desestabilizador. Dicho grupo, que controla ocho provincias sirias e iraquíes y que gobierna a cinco millones de personas, pretende restaurar un califato islámico. Sus prácticas comprenden flagelaciones, amputaciones, crucifixiones, torturas y ejecuciones sumarias. No sólo se aplican a sus enemigos, sino también a quienes beben alcohol, cometen adulterio o roban. El Estado Islámico ha situado en el punto de mira a las minorías confesionales con la deportación de cristianos y la eliminación de los yazidíes, pero también a los propios musulmanes, puesto que tachan de apóstatas a los chiíes y a todos aquellos que se atreven a cuestionar su delirante interpretación del islam. En este sentido merece recordarse que en los últimos meses se han perpetrado masacres entre varias tribus sunníes que se alzaron contra ellos y ejecutado a diversos ulemas que se resistieron a jurarles obediencia.


Yemen y Libia, otros dos países donde la primavera árabe prendió y sus dirigentes fueron desalojados del poder, se han adentrado en una peligrosa huida hacia ninguna parte como resultado de la descomposición del poder central.
Yemen se enfrenta a una revuelta protagonizada por los huzíes del norte que se han apoderado de la capital Saná, mientras que Libia dispone de dos Gobiernos —uno en Trípoli y otro en Tobruz— que se disputan el poder. En ambos países, las milicias armadas imponen su ley y Al Qaeda goza de significativas bolsas de apoyo. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos han denunciado masacres de civiles, así como secuestros, torturas y ejecuciones de rivales políticos, muchas veces basados en criterios tribales o sectarios, crímenes que quedan impunes ante la creciente anarquía.












Si bien es cierto que este diagnóstico puede parecer excesivamente sombrío, también lo es que existe una profunda desafección hacia las élites dirigentes en el conjunto del mundo árabe que podría servir de detonante para nuevasmovilizaciones populares. No debe olvidarse que el pan, la libertad y la justicia social que demandaban los manifestantes hace cuatro años siguen siendo asignaturas pendientes que podrían traducirse en una segunda ola revolucionaria.

Ignacio Álvarez-Ossorio es profesor de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad de Alicante.