Conocer la realidad política, económica y social de Irán presenta dos graves problemas: por un lado, la tendencia de la prensa occidental a exagerar las informaciones negativas que proceden del país; y por otro la cerrazón del régimen iraní, que adoptó la estrategia de la autodefensa de todo lo que procediera del exterior.
El hecho de que, finalmente, los islamistas fueran los que, al final, capitalizaran la revolución que derrocó al sha (en la que colaboraron fuerzas tan dispares como los comunistas iraníes y los sectores laicos y liberales), no hizo aumentar la histeria hacia cualquier elemento de contaminación liberal, algo que se profundizó con la guerra Irak-Irán (en la que EEUU y otros países europeos jugaron un papel esencial) y que no ha hecho sino retroalimentarse.
Sin embargo, el país se mueve, como demostró la “revolución verde” que, durante 2009, dio respuesta a las sospechas de irregularidades electorales en la celebración de las elecciones presidenciales que volvieron a dar el poder a Mahmoud Ahmadinejad, el presidente saliente y verdadera bestia negra de Occidente por sus afirmaciones sobre el holocausto judío y, muy especialmente, por su intención de fabricar uranio empobrecido en centrales nucleares.
La movilización acabó con una fuerte represión en los núcleos urbanos pero finalmente resurgió en las elecciones presidenciales de 2013 que acabó con la victoria de Hasán Rouhaní, percibido con un líder moderado y aperturista. Bajo su mandato, se ha producido gestos aperturistas del país hacia el mundo:
- Primero, se produjo la primera llamada entre mandatarios de EEUU y de Irán desde la Revolución islámica de Jomeini.
- Teherán es uno de los actores clave -junto a Rusia- en el cambio de posición en torno a la guerra de Siria, sobre todo en agosto de 2013, cuando Reino Unido y EEUU se mostraron dispuestos a una intervención militar en respuesta al asesinato de civiles con agentes químicos, matanza atribuida al régimen de Al-Assad
- El país lleva meses inmerso en las negociaciones a seis (Rusia, Estados Unidos, China, Francia, Reino Unido y Alemania) sobre el programa nuclear iraní. Sobre la mesa figura la posibilidad de reducir el uranio enriquecido que posee el país, rebajar otras actividades de su programa atómico y aceptar inspecciones más detalladas de la ONU, medida que conllevaría la retirada de sanciones que está destrozando la economía iraní. Precisamente estos días, Rohaní, tras reunirse en Shanghái con su homólogo chino Xi Jinping, aseguó que ve posible alcanzar un acuerdo definitivo sobre su programa nuclear con el grupo 5+1 para antes del 20 de julio.
Sin embargo, el éxito de la “revolución verde” se percibe en otros aspectos si, queremos, más mundanos pero que explica la pulsión evidente entre lo que podemos denominar los dos países que definen Irán:
- Por un lado, está el país ultraconservador, partidario de mantener la aplicación de la ley islámica en los términos en los que se venía aplicando en los tiempos de Ahmadinejad y que se traduce el conservadurismo extremo, algo que se percibe, sobre todo, en el papel que ocupan las mujeres en el espacio público. Su presencia es evidente en bazares y los barrios más alejados de los centros turísticos de las ciudades (es previsible que también ocurra en las zonas más rurales).
- Por otro, el Irán aperturista que se percibe en ciudades como Teherán, Shirav o Isfahan representan los jóvenes menores de 25 años y que es muy evidente en su forma de vestir (sobre todo, la de las chicas, muy occidentalizadas y que juegan hasta el extremo con la norma de tapar su cabello en los lugares públicos y lucen maquillajes llamativos). También en su actitud con el extrajero, al que se acercan para chapurrear algunas palabras en inglés y a los que no dudan en preguntar sobre su país de origen o sus opiniones sobre Irán.
Es en estos segmentos de población en los que están apareciendo expresiones que confirman que el poder de los Ayatollahs, y el régimen construido en torno a su visión del Islam, está siendo cuestionado precisamente por jóvenes y mujeres, que son los bastiones del cambio que se percibe en las calles de las grandes ciudades iraníes y que se nota en librerías, cines, etc.
Hace unos días, las agencias de noticias informaron de la detención de seis jóvenes iraníes por grabar un vídeo en el que aparecían versionando la canción Happy, del cantante Pharrell Williams, en calles de Teherán. Los cargos contra ellos remiten a que se trata de “un ataque contra la castidad en público”. Las mujeres aparecen sin velo, con ropa que no cumple la estricta normativa islámica (deben cubrir sus nalgas, y la parte superrior de sus muslos) bailando la canción occidental (pese al bloqueo de todo lo que proceda de industrias culturales de países infieles) en varias calles, viviendas y tejados de la capital, Teherán. Además, lo hacían con varones, una violación del más estricto código de comportamiento islámico:
El desafío es tan fuerte que, desde sectores conservadores se ha respondido en la calle y a través de la red. En Facebook, defensores del uso estricto del hiyab abrieron una página, La verdadera libertad de las mujeres en Irán, para defender la tradición frente “frente a los extranjeros y mercenarios que desde la otra parte del mundo dan recetas a las mujeres iraníes y hacen campañas para eliminar el hiyab” conp la ayuda de servicios de espionaje extranjeros. Defienden lo que califican de “movimiento de libres mujeres de Irán islámico que se ha levantado contra la cultura de nudismo del Occidente” y plantean cuestiones como ésta: “El 93 % de las violaciones a las mujeres son a mujeres y chicas con mal hiyab. ¿A ustedes les parece que el significado de estas estadísticas no está claro”.
Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de las autoridades, parece que el cambio está en marcha en el Irán urbano y ese cambio de palpa en las calles, donde se escucha música occidental en móviles y vehículos, y en rasgos tan inmateriales como la curiosidad hacia el extranjero.
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