miércoles, 8 de mayo de 2013

Judíos, eternos olvidados

Cuando pensamos en Al-Andalus, seguro que automáticamente pensamos en árabes, olvidándonos de cristianos y, sobre todo, de judíos. Sin embargo era un territorio donde convivían musulmanes, judíos y cristianos. Por esto, las tres culturas compartieron sus costumbres y esto quedó reflejado sobre todo en la arquitectura de la península. Es corriente dar un paseo por las ciudades y ver ejemplos de construcciones árabes, mudéjares, almohades o sefardíes.
 Los judíos son los eternos olvidados en la historia de España. Convivieron en la península bajo el dominio musulmán y cristiano, hasta que en 1492 fueron expulsados por los Reyes Católicos.




Los musulmanes, haciendo caso al Corán, creían que los cristianos y judíos no debían ser obligados a convertirse al islam y les daban un trato especial llamado dhimma. De aquí surge el apodo dhimmi (ذمّي), protegido. Sin embargo, a pesar de tener un trato de inferioridad y tener que pagar más impuestos, tenían garantizadas la vida, la propiedad de sus bienes o la libertad de culto.

Más en la actualidad, durante la dictadura de Primo de Rivera, un decreto ofrecía a los judíos residentes en España la posibilidad de conseguir la nacionalidad española, aunque muy pocos la consiguieron finalmente. 

El edificio más importante de la arquitectura de los sefardíes es la sinagoga. La sinagoga había sido muy importante para la vida judía, después de la destrucción del sagrado Templo de Jerusalén, como el punto focal de culto. En el año 1391 los cristianos atacaron todas las comunidades sefarditas y destruyeron casi todas las sinagogas. Había cientos de sinagogas en España, pero a día de hoy solo quedan unas ochenta y, de ellas, solo tres se conservan sin cambios importantes: dos en Toledo, Santa María la Blanca y la sinagoga del Tránsito, y una en Córdoba. La mayoría de sinagogas que sobrevivieron hasta la actualidad fueron transformadas en iglesias. Muchas de las sinagogas fueron ornamentadas con inscripciones en dos o tres lenguas. La estructura de estas sinagogas, con una sala grande, orientada a Jerusalén y el arco que contenía frases de los textos sagrados. Esto se puede ver en las sinagogas modernas de hoy en día.


 La sinagoga de Santa María la Blanca se encuentra en Toledo. Recibe su nombre actual al convertirse en una iglesia de la orden de Calatrava a principios del siglo XV. Actualmente sirve como monumento visitable en el que, además, se realizan actos y encuentros culturales. Es la antigua Sinagoga Mayor de Toledo, construida entre finales del siglo XII y principios del siglo XIII por Abraham Ibn Alfachar, consejero y embajador de Alfonso VIII en la corte almohade y reconstruida alrededor del 1250, fecha en que según parece sufrió un gran incendio.



La estructura de la sinagoga tiene cinco naves estrechas, siendo la central la más alta, y separadas por arcos de herradura circulares y no apuntados. Los grandes arcos se apoyan sobre columnas octogonales de ladrillo con azulejos. Sobre estas columnas hay arcos lobulados con decoración de motivos vegetales y lacerías geométricas, que forman la estrella de David.



Destacan sus treinta y dos pilares, por sus capiteles con ornamentación de tallos de piñas entre los que no existe uno que sea igual al otro.


La sinagoga del Tránsito se encuentra en Toledo. Se llama también Sinagoga de Samuel ha-Leví. Formó parte de un gran palacio contruido en el siglo XIV y fue levantada en los años en que la comunidad judía tenia una importante posición en la sociedad, ocupando cargos de privilegio en la Administración y la Hacienda, recibiendo, incluso, protección del rey don Pedro, bajo cuyo mandato se renovaron las sinagogas, aún a contracorriente de una bula papal que prohibía la edificación de nuevos templos hebraicos, permitiéndose tan sólo la restauración de los ya existentes.
Se edificó por encargo de Samuel-ha-Levi Abulafia (almojarife en la corte del rey Pedro I de Castilla), entre los años 1355 y 1357, como capilla privada del palacio.


Su diseño es muy sencillo, ya que cuenta con una única planta, pero su altura hace que sus muros se eleven por encima de las capillas de la ciudad. Se cubre con un artesonado de madera que tiene incrustaciones de marfil y otra decoración pintada. Contrasta la austeridad externa con la inmensa decoración del interior. El frente del muro este está decorado con "ataurique", decoración vegetal de creación árabe. En el muro sur se ven los huecos destinados a alojar las vigas de madera de la tribuna reservada a las mujeres, desde donde asistían, ocultas y separadas de los hombres, a la liturgia.



La sinagoga de Córdoba fue construida en el año 1315 por Isaq Moheb.
Consta de un patio que da paso a un vestíbulo seguido de la sala de oración. Del lado oriental del vestíbulo empieza la escalera que lleva hasta la galería para las mujeres, la cual conecta con la sala de oración mediante tres balcones decorados con arcos polilobulados. La sala de oración es de planta casi cuadrada y alcanza una altura de más de 6 metros; en su lado oriental se abre el hejal o tabernáculo, lugar donde se guardaban los libros sagrados. El lado opuesto al tabernáculo presenta un pequeño nicho con arco polilobulado y apuntado.




La decoración en yeso, con motivos mudéjares, se ha perdido hasta unos dos metros de altura, dejando a la vista el ladrillo con el que se fabricó. En toda la sinagoga hay inscripciones de fragmentos de la Biblia, como frases de los Proverbios o del Cantar de los cantares.



A pesar de que no se reconozca el pasado judío en España, es algo que está presente en la España actual. No solo en las sinagogas o en las juderías, sino en nuestros propios apellidos. Yo misma, por ejemplo, me acabo de sorprender al saber que tengo dos apellidos judíos. Uno nunca deja de sorprenderse. Siempre nos acostamos sabiendo algo nuevo.

http://www.tarbutsefarad.com/es/apellidos-judios/lista-apellidos-judios.html

2 comentarios:

  1. A mí también me interesa mucho este tema, de hecho creo que ya sólo publico sobre judíos andalusíes y expulsados, porque la verdad es muy interesante, y no sólo la huella que han dejado en España, sino la que han transportado a otros lugares del mundo, haciendo que las comunidades sefardíes del mundo sean una prolongación de al-Andalus, con signos tan sorprendentes como periódicos y literatura en ladino, gastronomía andalusí, música, vestimenta o el mantenimiento del propio idioma ladino. Los restos de Toledo son preciosos, pero los de Córdoba no los conozco más que por fotos, tengo muchas ganas de ir a verlos. Curiosamente con lo que dices de la nacionalidad a los sefardíes, yo hice una entrada al respecto hace un tiempo, porque hace un año, Gallardón como Ministro de Justicia replanteó el tema y actualmente los judíos sefardíes tienen en España derecho a la nacionalidad española, para enmendar daños del pasado. Muchas gracias por tu entrada Andrea,me ha gustado mucho.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad es que si quedaron muchas huellas de los judios en España y no se tienen nada en cuenta, creo que menos incluso que las de los arabes, y es una pena.

      Eliminar